Dirigido por Jay Roach (Trumbo) y escrito por Charles Randolph (La gran apuesta), El escándalo (Bombshell) es un drama biográfico oportunamente estrenado después de la ola de denuncias por acoso sexual en Hollywood y la industria de los medios estadounidenses en general. Por momentos no trasciende más allá del sensacionalismo, pero la película es un gran punto de partida para comenzar a conocer sobre los movimientos #MeToo y Time’s Up. Las que sí son dignas de verse por sí solas, son las actuaciones de Nicole Kidman, Charlize Theron, Margot Robbie y un escalofriante John Lithgow como Roger Ailes.
Romper El Círculo (It Ends With Us) es una película que no teme predicar a los conversos: aquí, el director romance empalagoso, sin vergüenza de asumir el pastiche, y que seguramente emocionará a quienes ya conocen el libro, y a quienes son fáciles de conmover con películas así.
En un mundo repleto de un sinfín de secuelas, precuelas, reboots, remakes (o mezclas raras de todo lo anterior), es en extremo improbable quedar contento, y ya ni se diga sorprendido, por una película de ese tipo. Pero el giro que da el director Leigh Whannel (‘Upgrade: Máquina asesina’) a ‘El hombre invisible’ es más que una demostración de lo que debe ser un buen remake, también es una muestra de lo que puede ser el buen terror: una metafórica lucha contra los monstruos de la sociedad contemporánea. En este caso, dicho monstruo no es nada más un megalómano hambriento de control y poder como la versión clásica de Universal, pues también se trata de un abusador doméstico en serie, cuya escalofriante presencia acecha a su víctima como una cicatriz, incluso mucho tiempo después de que ha muerto.
La semilla del fruto sagrado, premiada en el nominada al Oscar 2025 como Mejor película internacional, es una película del cineasta iraní Mohammad Rasoulof, quien ha sufrido varios intentos de censura por el régimen iraní: tuvo que filmar esta producción en secreto y huir del país para presentarla. Enmarcada en las protestas por la muerte de Mahsa Amini, desatando entre 2022 y 2023 una ola de represión y violencia sólo comparable a la de la Revolución iraní, la película aborda las vidas de una familia. El padre, Iman (Missagh Zareh), es acendido a juez investigador de la Corte Revolucionaria de Teherán, pero sólo con el propósito de dictar sentencias obedientemente –incluso penas de muerte– sin revisar evidencia. Decide mantener el trabajo como una forma de brindar una mejor vida a su esposa (Soheila Golestani) y dos hijas (Setareh Maleki y Mahsa Rostami), pero las tensiones en casa crecen conforme las protestas se intensifican en las calles, las chicas se alinean con los manifestantes y el arma del padre desaparece misteriosamente de la casa. Rasoulof saca el mayor provecho de las pocas locaciones en las que pudo filmar, haciendo del espacio doméstico un lugar asfixiante donde el núcleo familiar coexiste de forma inseparable con la política, y donde será inevitablemente corrompido por los fundamentalismos y autoritarismos. Una grandiosa e inteligente película que, más allá del contexto iraní, nos demuestra que la ingenuidad de separar la familia de la política es imposible, sino que una es la semilla de la otra, en simbiosis.