El cineasta neoyorquino Woody Allen (Annie Hall: dos extraños amantes) regresa con un reparto de rostros nuevos para una comedia romántica muy típica de su estilo, cargada de múltiples enredos amorosos y crisis existenciales adornadas por ingeniosos diálogos. Hay que decirlo, puede que Un día lluvioso en Nueva York no sea una obra maestra dentro de su prolífica filmografía, pero sí es bastante divertida y disfrutable gracias en buena parte a un carismático elenco que incluye a jóvenes talentos como Elle Fanning (El demonio neón), Timothée Chalamet (Llámame por tu nombre) y Selena Gomez (Los muertos no mueren), además de veteranos como Diego Luna (Rogue One: Una historia de Star Wars) y Jude Law (El Gran Hotel Budapest).
Parece que ya todo se ha visto o dicho en las películas de zombis, pero faltaba la voz del director Jim Jarmusch (‘Sólo los amantes sobreviven’) con su muy particular y ácido sentido del humor. ‘Los muertos no mueren’ no es una comedia de horror en la misma línea que 'Tierra de zombies' ('Zombieland'), por ejemplo, pues su humor autorreferencial y su trama completamente absurda (en apariencia) esconden una crítica a la actual condición de nuestra sociedad: consumo, acumulación, adicción, y todo un sinsentido humano en un planeta al borde del colapso. Además, la película cumple con la promesa del “elenco de zombis más grande jamás revivido”, pues reúne a una alineación de lujo de viejos colaboradores de Jarmusch: Bill Murray, Tilda Swinton, Adam Driver, Chloë Sevigny, Steve Buscemi, Iggy Pop y Tom Waits, entre otros.
Emilia Pérez es una película que ha generado polémica por diversas cuestiones. Entre ellas: ser una producción situada en México, pero escrita y dirigida por el francés Jacques Audiard, con actrices que hablan español pero no son mexicanas (la española Karla Sofia Gascón y las estadounidenses Zoë Saldaña y Selena Gomez, con particulares críticas para esta última), y sobre todo, abordando de manera superficial cuestiones como la experiencia trans y la crisis de desaparecidos en México, ambas cruciales para su trama. La película narra la historia de una narcotraficante trans, inicialmente conocida como "El Manitas" (Gascón), quien secuestra a una abogada (Saldaña) para que la ayude con un propósito singular: fingir su muerte y hacer la transición de género para comenzar de nuevo. Años después, ya como Emilia Pérez, ella reaparece para regresar a México e intentar estar cerca de sus hijos y su ex (Gomez), al tiempo que se convierte en activista por los desaparecidos del narco. La película tiene sus puntos positivos, como la fotografía o la actuación de Saldaña, pero hay que advertir su el abordaje somero de su contexto social, mismo que instrumentaliza y trivializa para narrar una historia de redención que, en lo estrictamente dramático, no está bien desarrollada. Vale la pena verla y reflexionar sobre ella, sobre los modelos de representación europea de la realidad de otros países, y las maneras en que perpetúa un exotismo binario tanto hacia América Latina como hacia la comunidad trans.