De esta película dependía que la saga completa pudiera ser llevada al cine y, por fortuna, el director Chris Columbus no decepcionó. Harry Potter y la Piedra Filosofal fue una satisfactoria introducción al mundo mágico creado por J.K. Rowling, que nos presentó a Hogwarts, sus estudiantes, y la historia del protagonista con el temible Lord Voldemort (sin mencionar que lanzó las carreras de Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint).
Columbus se mantuvo como director para la segunda entrega, Harry Potter y la Cámara Secreta, que mantuvo un tono muy similar a su predecesora para contar la historia de un oscuro complot al interior de Hogwarts, y el misterio de un tal Heredero de Slytherin que Harry, Ron y Hermione tendrán que resolver antes de que sea tarde.
Ahora en manos del cineasta mexicano Alfonso Cuarón, la saga dio un giro más oscuro (en la que es, por cierto, la adaptación fílmica favorita de J.K. Rowling). En Harry Potter y el Prisionero de Azkaban, el mago Sirius Black ha escapado de la prisión mágica y está en busca del joven mago. Los perturbadores guardias de Azkaban, los dementores, rondan los terrenos de Hogwarts para atraparlo, aunque no todo es lo que parece.
El director de Cuatro bodas y un funeral, Mike Newell, se hizo cargo de los primeros pasos de Harry y sus amigos al mundo adulto. Harry Potter y el Cáliz de Fuego es el punto de quiebre en la trama de la saga, pues por fin enfrenta a Harry con su mortal enemigo.
A partir de la quinta parte, las películas de Harry Potter quedaron en manos del cineasta que dirigiría todas las películas y spin-offs subsecuentes: David Yates. Harry Potter y la Orden del Fénix retoma tras el regreso de Lord Voldemort, con Harry y Hogwarts más vulnerables que nunca por la intervención del Ministerio de Magia.