Esta historia de origen de Wolverine es, cronológicamente, la primera película en la saga de X-Men de Fox. Como los fans recordarán, es también la primera –y polémica– aparición de Deadpool en el cine, interpretado por Ryan Reynolds. Sin embargo, esta atroz adaptación del personaje no fue bien recibida. No todo fue malo, pues esto eventualmente dio pie a sus películas en solitario.
La película que lo comenzó todo no sólo para X-Men en el cine, sino para la actual era del cine de superhéroes. La primera adaptación cinematográfica del equipo de mutantes fue también lo que catapultó a Hugh Jackman como una estrella mundial, gracias a su interpretación de Wolverine.
Para muchos, el punto alto de la trilogía original de X-Men es la segunda entrega, que ve a los personajes enfrentarse a conflictos ideológicos más complejos. Wolverine ya es parte integral del equipo, y tiene su propia subtrama en la que busca pistas de un pasado del que no tiene recuerdos.
El primer intento de adaptar la saga del Fénix Oscuro al cine tuvos resultados mixtos, así que X-Men: La batalla final es considerada el eslabón más débil de la trilogía original. Sin embargo, Wolverine tiene un rol fundamental en esta historia, pues su amor por Jean Grey (Famke Janssen) es lo que decide el destino del mundo.
La segunda parte en la trilogía de Wolverine se sitúa, en realidad, años después de La batalla final. De luto por la muerte de Jean Grey y desprovisto de su poder regenerativo, Logan viaja a Japón, donde se reúne con viejos conocidos y debe luchar contra la mafia japonesa.